es una luciérnaga de agua
que encalló en un manglar
con dedos enredados
El mástil de sus barcos
se enhebra en el ombligo
de las noches
lácteas de estrellas
Y en la esquina fluvial
hay un cementerio de pupilas
que en un bambuco escriben
bocanadas de cantos
de azabache
Vigía del fuerte
tiene como centinelas
a la tunda, el duende
y los ribieles
Y acuna los sueños
con el monólogo
de sus vacas insomnes
Vigía es el ojo enlagunado
donde anclé mi espera
y ahora es un ardor
en el centro de mi boca
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