jueves, 28 de enero de 2010

VIACRUCIS DE LAS AGUAS

I

En las tardes donde el cuello se reduce a un nudo ciego y el pecho es solo un fardo de fibras encarnadas Tita se entrega a un sueño de tortuga hasta la noche. Su cráneo se convierte en un entramado de corrientes que trazan mapas indescifrables. Tita se despierta y con ella su memoria insomne que empieza la ardua tarea de remendar las cicatrices del día hasta cuando amanece. Su cuerpo se vuelve una mariposa de tinta atrapada entre las sábanas.

II

Sabes que somos polvo de la polvorosa densa de unos pies que corren para abandonar su rastro. Guárdate tus guijarros debajo de la lengua. Escucha la música del pájaro que huye del desierto, la música del pez que ha muerto en la ribera. Escucha cómo debajo de las hojas se celebra el frescor de los crepúsculos. Vives bogando en los raiceros húmedos que arrojan balsos al abismo como peces. Tita, boga. No enredes tu sonrisa en las raíces.

III

Tita se entretiene jugando con frutos carnosos de un extraño sabor a azúcar que se escapa. Hoy el viento no está en contra y el agua salpica refrescando los carbones en los poros. Tita soporta tan solo un pesado manto de agua dulce y los nidos arenosos del comején de agua junto a su cama. Va bogando con su canalete obedeciendo la señal de las corrientes. Tita esconde sus ojos debajo de las sábanas, no espera divisar ningún bosque de limo donde pueda echar raíces. Aún no sabe que los ojos crecen en la tierra y a pesar de todo como siempre.

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